viernes, 25 de abril de 2008

BARACK OBAMA: LA PROXIMA REVOLUCION AMERICANA

1.- Madame Bovary

La reciente contienda electoral en Pennsylvania ha entregado indicios elocuentes de que la cuestión del candidato ya ha sido políticamente resuelta y el ganador es el senador por Illinois, Barack Obama. Si bien la candidatura Clinton obtuvo una ventaja de diez puntos, este éxito aparece como magro, efímero e intrascendente en el escenario nacional y mundial. Esto lo saben muy bien los “grandes inversores”, cuyos fondos van cada vez más a las arcas de Obama.

La señora Clinton exhibía, al comienzo de la campaña, su condición de ex Primera Dama como un “plus” difícil de superar. Barack Obama aparecía como el indispensable “hombre de paja” para justificar elecciones primarias al interior del Partido Demócrata. Sin embargo, en el curso de la campaña, Obama ha sido capaz de generar una dinámica social que convirtió la figura de la candidata en una suerte de Madame Bovary revestida de un glamour nostálgico, un “cliché” de clase media. Lo que constituyó, en efecto, una ventaja en las condiciones iniciales se ha devaluado al punto de convertirse en una anécdota. Esto ha quedado en evidencia al escuchar ambos discursos tras las elecciones primarias en Pennsylvania. El senador Obama congratula protocolarmente a su contendora, pero, instala el discurso en la Política con mayúscula, y en ese plano, ella queda “fuera de juego”, y en ese sentido, la ignora.

Los problemas que enfrenta Estados Unidos en la actualidad, tanto a nivel interno como a nivel internacional, son de proporciones gigantescas. Desde la recesión económica al calentamiento global, pasando por la guerra de Irak, la cuestión energética y un descontento social en ciernes. Se trata, sin duda, de cuestiones de fondo que no se resuelven con provincianos discursos reformistas o encendidas proclamas patrióticas al estilo “Rambo”.

Digámoslo con crudeza, tras el ocaso de los socialismos reales y la reestructuración del capital a escala global, Estados Unidos no ha logrado encontrar su lugar en el nuevo mundo y en la historia contemporánea. Para ello se requiere de manera urgente reconfigurar su “ajuste interno” entre los espectaculares avances tecnoeconómicos y el añejo orden político, social y cultural. Estados Unidos necesita imperiosamente un “New Deal” que recomponga su emplazamiento histórico y geoestrátégico como primera potencia postindustrial del siglo XXI. En pocas palabras: una próxima Revolución Americana.


2.- La tierra prometida


Barack Obama es el único candidato que ha planteado su campaña en tales términos. Cada uno de sus discursos apunta al horizonte del cambio y la esperanza, conectando su presente histórico con un “presente alterno”. Por ello su figura emerge ligada, ineluctablemente, a la de sus predecesores que forjaron la visión de una nación más próspera y justa: John F. Kennedy y Martin L. King. Barack Obama es el portavoz de aquel sueño que proclamara el Pastor antes de su asesinato, el advenimiento de “la tierra prometida” en suelo americano.

Si renunciamos a pensar la historia como una secuencia lineal que avanza inexorable, podemos entender cómo otros momentos de la historia norteamericana se dan cita en la actualidad en la figura de Barack Obama. Tales “presentes alternos” resultan ser aquellos episodios históricos en que las demandas democráticas han alcanzado su momento cumbre. De algún modo, la figura de Obama construida desde una maciza estrategia comunicacional que va desde la televisión a las páginas de Internet, ha catalizado movimientos sociales que estaban en estado latente en la sociedad estadounidense. Una masa creciente de inmigrantes, trabajadores pobres y otros ciudadanos que se sienten discriminados a través de todo el país se reconocen en la visión de este valiente senador afroamericano.

Barack Obama pone en el tapete la otra cara de los Estados Unidos, muy lejana de la imagen glamorosa que transmite la televisión al mundo entero. El país de Obama, es el país de las grandes masas urbanas con duras jornadas de trabajo que deben lidiar a diario con los altos precios de alimentos y combustibles, con los altos intereses bancarios para sus hipotecas y con un sistema de salud y educación que los excluye. El reclamo del candidato Obama no apunta tan sólo a la actual administración, va más allá: Algo anda muy mal en la sociedad norteamericana.

Ese “algo” que anda muy mal es el “desajuste” profundo entre los logros tecnoeconómicos exhibidos por los neoconservadores, pero que no se ha traducido en logros sociales para gran parte de la población. La prosperidad mantenida por gobiernos neoconservadores ha encontrado su fundamento en una liberalización extrema del comercio mundial basada en las nuevas tecnologías. Este “modo informacional de desarrollo” ha dado lugar a un capitalismo financiero de especulación a escala global, precario e inestable. En este escenario no sólo se juega el destino actual de los Estados Unidos sino el de la mayoría de las naciones del orbe, antes “subdesarrolladas”, hoy “dependientes en red”.


3.- De Youtube a la filosofía moral


Al igual que F.D.Roosevelt, el candidato Barack Obama debe enfrentar un país sumido en desafíos económicos, sociales y culturales portentosos, no sólo a escala doméstica sino a escala mundial.

La candidatura de Barack Obama se ha mostrado eficiente en dos ejes comunicacionales que la articulan. En primer lugar, el uso inteligente de las nuevas tecnologías de información y comunicación, en particular, televisión e Internet. Youtube muestra el grado de eficiencia que se puede alcanzar catalizando por esta vía una campaña “podcast” que se opone al modelo verticalista anclado en partidos institucionales de estilo “broadcast”. En segundo lugar, la instalación de una agenda temática cuyo vector no es otro que “la ética” de la cuestión pública. El candidato Obama estructura su discurso a la nación americana desde lo ético, aquello que la tradición anglosajona entiende como una “filosofía moral”.

Al revisar los discursos del candidato senador Obama, observamos que éstos hablan desde una cierta “filosofía moral”, lo que está en cuestión son las actuaciones de los diversos agentes de la “res publica”. No nos estamos refiriendo, por cierto, a algunos “pintorescos escandalillos” de farándula que espantan a los más puritanos; se trata más bien de las conductas políticas en Washington respecto de los graves problemas que aquejan a millones de norteamericanos. Esto puede ser entendido desde la legitimación gubernamental de formas de tortura en los interrogatorios a prisioneros extranjeros o la violación de la privacidad de los ciudadanos hasta la oposición a los tratados sobre preservación medioambiental.

No podemos dejar de advertir que en una sociedad colonizada por el “cinismo performativo”, la filosofía moral restituye un marco de referencia a los reclamos reformistas y, en este estricto sentido, resulta ser un arma política formidable. Si el uso intenso de las nuevas tecnologías cataliza movimientos sociales y culturales a través de todo el país, los fundamentos de una filosofía moral le otorgan un sentido trascendente a la acción.

4.- “We are the ones “


Las interrogantes son muchas, éstas van desde la propia capacidad del capital para restituir un sentido histórico, y por ende un lugar a los Estados Unidos en un mundo global, hasta las dificultades propias de un proyecto reformista radical en una sociedad burguesa desarrollada. Como sea, Youtube como agente tecnológico y social al servicio de una cierta “filosofía moral” de la cosa pública encuentran su síntesis en la candidatura de Barack Obama, constituyendo una campaña del siglo XXI que prefigura una próxima Revolución Americana.

Desde hace un tiempo, hemos venido sosteniendo la tesis de que Barack Obama protagoniza la campaña presidencial más singular de las últimas décadas. De hecho, advertimos en ella elementos tecnológicos y discursivos que la hacen única. En oposición a las campañas verticales e institucionalizadas a través de cadenas de televisión y partidos políticos o “campañas broadcast”, vemos en esta Obamanía una campaña horizontal, ciudadana de nuevo cuño a la que hemos llamado “campaña podcast”. Junto a lo anterior, los discursos del candidato Obama apelan como marco de referencia a lo ético, es decir, a una “filosofía moral”. Esta modalidad política que se funda en lo valórico se opone a la política entendida como “performativa y pragmática” de acuerdo a la visión neoconservadora.

Si bien, en política nada está asegurado, podríamos aventurar que la candidatura de Barack Obama ha opacado aquella de su contrincante, al punto de hacerla tambalear. Si examinamos el curso de las campañas los últimos meses, es la senadora Clinton la que a debido resistir a las presiones para que renuncie, es ella quien ha estado indefectiblemente a la defensiva, aún cuando ha tenido triunfos parciales.

De todo lo anterior, resulta plausible la hipótesis de que el senador por Illinois encarna un anhelo profundo de un amplio sector de estadounidenses. Por la radicalidad de su pensamiento, por lo novedoso de su modalidad tecnológica y social, no dudamos en calificarla de una campaña del siglo XXI. Ahora bien, por el contenido profundo del planteamiento de Obama, estrechamente unido al sueño de JFK y MLK, hemos calificado el horizonte político del señor Barack Obama como la próxima Revolución Americana. Es decir, un cambio de fondo a nivel social y cultural en el seno de la sociedad norteamericana.

Es claro que la “Revolución Americana” se concibe en el seno de una sociedad burguesa desarrollada y en este sentido, debemos entenderla como una profunda renovación democrática que recomponga las relaciones al interior de dicha sociedad. Al candidato Obama le asiste la convicción profunda de que, por increíble que parezca, “Sí se puede”. No se trata de un sueño por alcanzar la “tierra prometida” como proclamó el célebre Pastor Martin Luther King, se trata de una posibilidad cierta para esta generación: “We are the ones”.

Habrá que esperar el desarrollo de los acontecimientos. Sin embargo, todo indica que estamos a las puertas del cambio más notable en la política estadounidense de las últimas décadas.

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