martes, 16 de febrero de 2010

Piñera y El Mercurio

A través de sus páginas editoriales, “El Mercurio” ha ejercido, históricamente, el papel de vocero de la derecha chilena. Allí quedan estampadas entrelineas las orientaciones político-estratégicas, las demandas y aspiraciones de un sector social representado hoy por el gobierno de Sebastián Piñera. En un análisis publicado el domingo 14 de febrero del año en curso, el llamado “decano de la prensa”, se permite hacer algunas precisiones al discurso del electo mandatario en torno a cuestiones como la “identidad propia de la centro derecha” y el “continuismo”.

En palabra de “El Mercurio”: “A diferencia de la situación en diversos otros países, Piñera no es un caudillo, sino el representante orgánico de un bloque político sólido. A este respecto, los indicios parecen anticipar que en la decisiva designación de los titulares de subsecretarías, jefaturas de servicios principales y otros cargos de alta responsabilidad se están buscando, sin perjuicio de la excelencia técnica, los equilibrios del peso político y de la experiencia propia de los partidos, que van a sustentar legislativamente al Ejecutivo”

Es claro que en la derecha no se quiere un presidencialismo extremo sino, por el contrario, fortalecer la presencia de los partidos políticos en el Ejecutivo. Sin duda, se tiene en mente la experiencia de Jorge Alessandri, caracterizada por un distanciamiento de los partidos de derecha, que llevó al poder, finalmente, a Eduardo Frei Montalva. Esta idea de una “derecha orgánica” es la única garantía para que los sectores más conservadores de la Alianza opongan la “identidad propia” al “continuismo” que ya se observa en el nuevo presidente.

Como un temerario equilibrista, el nuevo gobierno deberá mantenerse en una delicada línea que evite los excesos populistas de los conservadores (que lindan incluso con la, hasta ahora, silenciosa familia militar) y, al mismo tiempo, mantener abiertos las puertas con aquellos sectores concertacionistas más proclives al neoliberalismo que le permitirían llevar adelante aquellas políticas públicas para una “segunda transición”. Frente a la tensión planteada, “El Mercurio” ya ha tomado una posición muy nítida cuando advierte con todas sus letras que “apertura no es continuidad”. Sebastián Piñera sabe muy bien que su figura ha sido más que polémica, desde hace mucho tiempo, entre sus aliados. Por ello, su “amistad cívica” con sectores de la oposición concertacionista resulta indispensable para fortalecer su emplazamiento político los próximos cuatro años.

Un gobierno de los grandes capitales no sólo hace previsible un aumento de la movilización social y un cierto endurecimiento del debate parlamentario gobierno – oposición sino que, además, la irrupción de tensiones en la nueva alianza gobernante. A semanas del traspaso de la banda presidencial este proceso ya comienza a insinuarse. Las tensiones al interior del próximo conglomerado político gobernante evidencian que estamos lejos de una “bloque orgánico” como anhelan algunos, más bien se pone de manifiesto un rasgo histórico bicéfalo que atraviesa a la derecha. Más allá de las declaraciones de buena crianza y de los ademanes protocolares, lo cierto es que hay muchas sonrisas falsas entre las nuevas figuras del poder.




1 comentario:

Wilson dijo...

Señor Alvora tanto tiempo de no saber de uste, espero que usted y su familia esten super bien, ojala este escriviendo algun librito para volver a entretenerme, bueno que este bien
saludos de Talca

Orlando =)