domingo, 28 de junio de 2009

TODOS SOMOS HONDUREÑOS

El siglo XX se caracterizó en América Latina por una larga rotativa de Golpes de Estado. La irrupción de los militares era parte del paisaje político de estos países. Lo que llamaba la atención era, por el contrario, la existencia de algunos breves pero intensos paréntesis democráticos en la región. Esta situación tiende a cambiar en el presente siglo. Tras el ocaso de las dictaduras del Cono Sur y las Guerras Civiles que asolaron a Centroamérica, las ideas de Derechos Humanos y respeto a la democracia comenzaron a tener algún sentido moral y político.

Por esta razón, las inquietantes noticias provenientes de Tegucigalpa sobre un Golpe de Estado contra el presidente constitucional de Honduras golpean en toda la región como un lamentable retroceso. Los Golpes Militares repugnan a la conciencia latinoamericana como fórmula de imponer soluciones políticas de facto. En este sentido, frente al secuestro del presidente constitucional de una nación hermana como Honduras, todos somos hondureños.

El repudio a la intentona golpista en Honduras es una defensa de la democracia en nuestro continente. Frente a esta afrenta a la democracia no hay términos medios: la intromisión de los uniformados en contra de su propio pueblo en cualquier país latinoamericano es política y moralmente inaceptable y representa una ofensa y una amenaza para todos los pueblos de la región. Es hora de que los militares hondureños sepan que ninguna de sus acciones quedará impune y que los gobiernos democráticos de América Latina no permitirán esta violación a los más elementales derechos políticos.
La actitud de los gobiernos y los organismos supranacionales frente a la amenaza que hoy se cierne sobre los hondureños es trascendental para el futuro inmediato. Si se permite que un grupo de conjurados se haga con el poder en este pequeño país de nuestra América, estamos abriendo la puerta a viejas prácticas que hemos querido desterrar estas últimas décadas. El mensaje a los enemigos de la democracia, en este siglo XXI, debe ser claro y contundente: Nunca más Golpes de Estado en América Latina. Luchamos por décadas para dejar atrás para siempre el sanguinario legado de Somoza, Pinochet, Videla y tantos otros.

En esta hora crítica para el pueblo hondureño es el momento de levantar nuestra voz, para impedir que una minoría en defensa de sus intereses aplaste la voluntad popular. Es el tiempo histórico de activar todas las organizaciones regionales para impedir que un grupo de aventureros con uniforme consume este ataque a la democracia en nuestro suelo. Cualquier otra actitud débil representa una amenaza para otros pueblos el día de mañana, como Bolivia, Paraguay o Ecuador.

El respeto de los cauces democráticos y de todos los derechos ciudadanos debe estar garantizado no sólo por la constitución nacional de nuestros países sino por la comunidad de naciones hermanas. Una efectiva “soberanía democrática latinoamericana” es el primer paso a la consolidación de una Patria Grande, tal como soñaron los próceres de nuestra independencia en el siglo XIX.







martes, 21 de abril de 2009

La Biblioteca de Babel

Por estos días se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Libro, ocasión propicia para reflexionar, precisamente, sobre esta forma de transmitir la cultura: los libros. Desde todas partes del mundo se escuchan voces que anuncian el ocaso del libro frente a las nuevas tecnologías digitales. Es ya una práctica corriente leer autores en formato PDF que se encuentran en forma gratuita en la red. El movimiento mundial “copyleft” promueve, precisamente, esta multiplicación de lo virtual. Una nueva era se está abriendo paso en todo el planeta.

Digamos de entrada que lo que pareciera estar en crisis es un formato impreso que, hasta hoy, hemos llamado libro. La cuestión es que el mismo texto puesto en formato PDF u otro similar se convierte en un “eBook”, un libro virtual. El soporte digital, como sabemos, aumenta exponencialmente el almacenamiento y permite un tratamiento automatizado e instantáneo de la información. Y como dato anexo, no menor, se trata de una información disponible para todos a un coste mínimo, acaso gratuito.

En las grandes ferias de Europa ya se detecta un desplazamiento de los productos editoriales a formatos digitales, estimándose que en la próxima década éstos superarán las tradicionales páginas en papel. Para advertir de qué se trata esta “revolución virtual”, compárese un artículo publicado en alguna revista de divulgación científica en nuestro país, cuyo tiraje promedio no supera los mil ejemplares, con el mismo artículo puesto en alguna página Web medianamente reconocida, multiplicando por cien el número de lecturas en el plazo de un año.

El libro, objeto emblemático de la era gutenberguiana, tardó tres siglos en convertirse en un objeto relativamente masivo. Esto es, desde la invención de la imprenta hasta la Enciclopedia a fines del siglo XVIII. El “eBook” se ha popularizado, entre universitarios y cibernautas, en poco más de una década. Las nuevas tecnologías han diseminado el saber y la entretención a niveles nunca antes conocidos. Fenómenos como el “periodismo virtual” en todos sus matices, los “blogs”, junto a muchas “bases de datos” y, desde luego, las bibliotecas virtuales están mutando lo que entendemos por cultura.

Para muchos, leer un libro impreso, es una práctica insustituible. Hay en ello algo de cierto, la lectura de un libro es mucho más que la decodificación de signos. El objeto libro es de suyo un dispositivo sensorial que predispone a la lectura. No obstante, las nuevas tecnologías tienden cada vez con mayor perfección a “imitar” el libro impreso, al punto de disponer del dedo índice para ir pasando las páginas, sumando a ello, una serie de ventajas multimediales inimaginables en el formato de papel.

Para América Latina, cuya cultura ha sido configurada en muchos de sus aspectos, según la feliz expresión de Ángel Rama, como una Ciudad Letrada, las mutaciones en curso resultan de la mayor trascendencia. En la actualidad, transitamos desde aquella ‘ciudad letrada’ a una ‘ciudad virtual’. Ciudad letrada: matriz lecto-escritural barroca que resulta ser la impronta política y cultural de nuestras sociedades durante varios siglos, forjando con ello nuestras instituciones tanto coloniales como republicanas y nuestras percepciones más profundas acerca del espacio, el tiempo y, sobre todo acerca de nosotros mismos. Ciudad virtual, incierta y ambivalente, abismo y promesa, vértigo de flujos que desafía nuestra memoria, lenguaje extraño como el de los antiguos Conquistadores, imágenes refulgentes como las espadas y crucifijos de antaño. Ya no son relinchos ni cañones sino tecnoimágenes digitalizadas que destellan en tiempo real sobre plasmas multicolores. Es la nueva Biblioteca de Babel con sus infinitos anaqueles la que nos convoca.



martes, 3 de febrero de 2009

Impensar la crisis mundial

La actual crisis económica mundial pone en evidencia dos aspectos insospechados: primero, se trata de un fenómeno inédito en la historia humana y, segundo, nadie sabe exactamente cómo salir de este atolladero, tal como ha quedado de manifiesto en Davos. Los síntomas son más que preocupantes, pues se ha producido la conjunción de una crisis alimentaria, una conducta errática en los precios del petróleo y, desde luego, una crisis financiera a escala global. La economía mundial ha perdido un cuarto de su riqueza en pocos meses.

Hace ya décadas que autores de la estatura de Braudel y Wallerstein nos advirtieron que el capitalismo marchaba hacia lo que se llamó un “sistema – mundo”, la era de un hipercapitalismo. Esta idea quedó, como tantas, en el plano teórico y los gobiernos siguieron fieles a sus políticas en tanto Estados nacionales, defendiendo sus intereses particulares. Pensar el capitalismo como una “economía –mundo” nos puede servir para comprender lo que acontece hoy.

El proceso de globalización de los mercados, anunciado por T. Levitt en los años ochenta, significó una “mutación antropológica” a escala planetaria. Junto a la expansión tecno-económica se ha producido un proceso de hibridación, gracias a la hiperindustrialización de la cultura, nunca antes visto, una “cultura global” que algunos llaman Cultura Internacional Popular. En pocas palabras, en el curso de tres décadas se ha hecho claro que el mundo entero comparte no sólo sus avatares económicos sino también sus problemas políticos y muchos de sus cánones culturales.

Esto significa que el planeta entero ha entrado en la fase de un “sistema – mundo”, tal como nos enseñaron los científicos sociales hace décadas. Basta pensar en los fenómenos migratorios en gran escala o en el calentamiento del planeta, para advertir el abismo en el que nos encontramos. Se trata, bien mirado, de un salto cualitativo o de un cambio de paradigma en el que conviene detenerse. Ante lo nuevo, las viejas ideas y concepciones resultan de escaso valor, acaso inútiles. En este sentido habría que “impensar”, es decir, practicar el pensamiento divergente, para conceptualizar lo que está sucediendo.

La actual crisis mundial del capitalismo se deriva, entre otros factores, de la rápida mutación tecno-económica y cultural que ha acelerado y virtualizado los flujos de capital en todo el mundo. Sin embargo, al mismo tiempo, se ha mantenido el orden institucional y jurídico concebido para regular el sistema. Es bien sabido que tras la Segunda Guerra Mundial se produjo el último gran ajuste del sistema internacional, creando instituciones como el FMI, y el Banco Mundial. La cuestión es que tales instituciones fueron concebidas en un mundo en que los actores convocados eran los Estados nacionales.

En la actualidad han irrumpido nuevos actores y nuevos espacios económicos globales, muchos de ellos completamente desnormativizados. Para explicarlo en términos muy sencillos: el capitalismo contemporáneo es un sistema fuera de control. No hay normativas ni instituciones de escala global capaces de regular los flujos virtuales de capital, sea que se trate de especulación financiera, sea que se trate de bienes o servicios. La expansión del capitalismo ha entrado en su fase global, pero el ámbito político mundial sigue anclado a una estructura arcaica y cada día más descompuesta. De poco sirve que Gran Bretaña tome medidas duras en el ámbito nacional y, ni siquiera basta que toda la Unión Europea o Estados Unidos adopten políticas enérgicas frente a la crisis. El desafío que plantea la actual crisis global de la economía sólo puede ser resuelto con una política mundial capaz de reconfigurar la regulación de los flujos a escala global.

Impensar la política mundial supone exigir un reordenamiento institucional y jurídico para el siglo XXI, en que se considere no sólo a los nuevos actores emergentes, sino, y de manera fundamental, los nuevos problemas que enfrenta la humanidad en su conjunto y el planeta entero: desde la pauperización y miseria de millones de habitantes en vastas zonas del mundo, hasta la degradación del medioambiente y la violencia insensata e irresponsable que se expande en diversas latitudes. Por vez primera en la historia humana, la crisis ya no es propia de tal o cual país, se trata de una cuestión que atañe al mundo en su conjunto.




miércoles, 14 de enero de 2009

LA VOZ DE SALVADOR ALLENDE


Quienes sostienen que el presidente Salvador Allende
es una figura del pasado, harían bien en ver y oír este
breve pasaje de su discurso ante la ONU en 1972.
Palabras que suenan hoy de gran actualidad y
pertinencia en el mundo contemporáneo.


http://www.youtube.com/watch?v=W9fU6ECZo3M